Duelo - La pérdida de una persona querida

No todas las personas pasan por las mismas fases ni tienen síntomas idénticos en un proceso de duelo. En todo caso, hablaremos solamente de patrones generales de respuesta.

 

El duelo es un proceso doloroso, quizá de los más intensos que se pueden sentir y su elaboración puede significar un mayor grado de madurez. Se trata de un proceso "normal", no constituye una enfermedad en sí misma, de hecho, suele ser de evolución favorable.

 

La ausencia obliga a plantearse otra forma de vida difícil de asumir. Y el sufrimiento es normal, pero es completamente erróneo pensar que no podemos hacer nada con nuestro dolor y que lo único que queda es esperar que pase el tiempo.

 

"Aunque la pérdida de un ser querido es un acontecimiento que no puede escogerse, la elaboración del duelo es un proceso activo de afrontamiento lleno de posibilidades" (Thomas Attig)

 

 

¿CUÁNDO DEBEMOS PEDIR AYUDA?

 

Aunque el dolor y los síntomas negativos son normales en los procesos de duelo, la alta intensidad de ellos mantenida con el paso de los meses debería hacernos pedir ayuda profesional. Es decir, cuando nos quedemos atascados en el ciclo del duelo. Signo de ello es cuando la persona ha sido incapaz de sentir algo o cuando se siente encerrado en un sufrimiento profundo. Tanto evitar el dolor como centrarnos en exceso en sentirlo puede complicar el duelo.

 

En conclusión, pedir ayuda no dependerá tanto de los síntomas sino más bien de su frecuencia, intensidad y/o duración y del hecho de que interfieran en el funcionamiento habitual de la persona.

 

"Sólo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente" (Marcel Proust)

 

 

¿QUÉ DEBEMOS EVITAR CUANDO AYUDAMOS A UNA PERSONA QUE ESTÁ PASANDO POR UN DUELO?

 

No debemos decir que "el tiempo lo cura todo". Para empezar, una pérdida nunca se cura del todo. Y además, como decíamos, no es una cuestión de tiempo, sino de qué hacemos en ese tiempo.

 

No digas "no llores", "tienes que ser fuerte", "no pienses en ello", "no te preocupes". Tenemos que permitir que la persona exprese cómo se siente.

 

Tampoco debemos dar por hecho que conocemos cómo se siente, cada persona experimenta su dolor de una manera única.

 

Y mucho menos debemos pretender decirle a la persona lo que tiene que hacer o pretender que se supere en un plazo fijo, ya que, una vez más: cada persona y cada proceso son únicos.

 

 

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR?

 

Podemos dedicarnos a escuchar, invitar a que la persona afectada comparta sus sentimientos, tomar la iniciativa en ofrecer ayudas concretas con las tareas de la vida cotidiana.

 

No hay palabras mágicas ni ayudas milagrosas. Hay que ser pacientes con la historia de la persona y permitirle compartir sus recuerdos del ser querido. En definitiva, "estar ahí" es la mejor ayuda que podemos ofrecer.

 

 

 

* Bibliografía:

- Neimeyer, R. A. (2002). Aprender de la pérdida. Barcelona. Paidós

- Barreto Martín, P. y Soler Saiz, M. C. (2007). Muerte y Duelo. Madrid. Síntesis

 

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