Tareas para casa en terapia

No entiendo la terapia sin la realización de tareas entre sesiones. La finalidad de las tareas es ayudar a los consultantes a alcanzar sus objetivos. La mayor parte del cambio terapéutico se relaciona con el cumplimiento de estas pautas por parte del cliente. Si no las quiere hacer se asume que no quiere cambiar.

 

Mi método de trabajo es activo, es decir, depende de la persona, de que vaya poniendo en marcha las estrategias que trabajamos en cada sesión.

 

Primero, en la sesión uno, realizamos una evaluación, es decir, una entrevista y pasar unos cuestionarios. A partir de ahí establecemos los objetivos y diseñamos la intervención, adaptándola a la problemática y características del demandante. En la segunda sesión devuelvo esa información y empezamos a trabajar.

 

Ahí es donde empieza el trabajo del cliente. Cada día vemos, entrenamos y acordamos determinadas pautas, estrategias y objetivos que la persona tiene que conseguir. En la siguiente sesión revisamos esas tareas y volvemos a acordar cuales son los siguientes pasos. Así poco a poco, hasta la consecución de todos nuestros objetivos iniciales.

 

Hace poco, una clienta, al ver el trabajo que llevaba para casa, me preguntó si no habría alguna charla que yo le pudiese dar para que ella consiguiese lo que quería (ser capaz de dejar a su marido) sin necesidad de hacer nada en casa. La respuesta fue clara: NO. Era un proceso que tenía que conseguir ella. Yo le puedo guiar sobre cuáles son los pasos a seguir, pero los pasos los tiene que dar la persona. No volvió a consulta. Tampoco consiguió separarse.

 

No se trata de dar consejos o charlas. Para eso tenemos a nuestros amigos y familiares. Un profesional te aporta algo más. Facilitamos el cambio deseado. El objetivo último es ofrecer al cliente la terapia más adecuada, eficaz y útil para la problemática que presenta. 

 

Otras personas dicen que no se les da bien lo de escribir, que no están acostumbrados... Y a veces podemos prescindir de las tareas por escrito y adaptarnos a la situación de cada persona. Pero lo cierto es que todos podemos escribir, y si un profesional te asegura que te puede ser de utilidad, hazlo.

 

Esas actitudes de resistencia pueden retrasar o evitar el cambio terapéutico. Y el psicólogo puede poner fin a la terapia si observa que esta ya no es provechosa para el cliente. 

 

Es tarea del psicólogo saber qué procedimientos funcionarán mejor para cada problemática y para cada persona. También actualizarse en las nuevas terapias y provocar la motivación adecuada en el cliente. Pero es fundamental que la persona que pide ayuda sepa que va a tener que implicarse y participar en su proceso de cambio. 

 

Es importante que el cliente entienda que no existen soluciones mágicas. Que los problemas no se solucionan de un día para otro y que cambiar los hábitos, los pensamientos irracionales y los sentimientos dolorosos requiere mucho esfuerzo. 

 

Nos venden comodidad. Nos venden soluciones rápidas. Nos venden pastillas que solucionan los problemas por nosotros. Pero todo eso es un autoengaño. Para superar dificultades tenemos que mover el culo. Con ayuda, con alguien que nos explique cómo, pero tomando la responsabilidad que tenemos sobre nuestras vidas.

 

Lo importante no es lo que nos ha pasado, sino cómo gestionamos eso que nos ha sucedido. Estilos de afrontamiento hay muchos, pero estilos acertados solo hay uno: transformar la adversidad en un reto, aceptar el cambio y la dificultad de ponerse a trabajar para lograrlo.

 

De esta manera, es fundamental que confíes en el profesional que te está atendiendo. Por eso es recomendable que a la hora de elegir al psicólogo te asesores de que tiene la formación adecuada y que puedas leer los testimonios de otros clientes.

 

Déjale hacer su trabajo y permítele que te enseñe de la mejor manera posible.

 

Por tanto, si buscas un psicólogo que no te movilice, que sea cómodo, no cuentes conmigo... ¡En mi consulta conseguimos resultados!

 

 

 

 

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